Berrio apuesta aquí por un rock de estructuras arquetípicas y riffs ya sabidos -“Yo ya me entiendo”, “Contra la lógica” o ese acercamiento al grunge que es “En lo mórbido”: nada nuevo bajo el sol- es precisamente en su faceta de letrista e intérprete donde se juega el partido. Y, volviendo a la pregunta del principio, es también como letrista e intérprete que se sitúa en el filo y autosabotea el posible ascenso a la primera división de los cantautores rock poético-canallas de nuestro país, entre visiones apocalípticas y brindis a un sombrío dandysmo de otro tiempo. Ahora bien, cuando Rafael Berrio da con la tecla firma algunos de los minutos más devastadores de la música popular en castellano de los últimos meses: ese acierto total como single de presentación que es “Mis ayeres muertos”, “El animal que has sido” o “El mundo pende de un hilo”, son tres emocionantes medios tiempos en los que la experiencia pesa como una losa y que por sí solos justifican todo un álbum.