Escuchando “Diarios”, uno tiene la sensación de estar violando la intimidad del autor, como si le hubiésemos robado su agenda. Tras los brillantes resultados de su anterior trabajo (“1971”), Rafael Berrio volvió a contar con Joserra Senperena para dar forma a un álbum excelso en el que la elegancia del piano y las cuerdas arropan las siempre brillantes composiciones del donostiarra. Su personal visión de la vida queda patente en unas letras que llevan tatuadas la ironía y el fatalismo en cada uno de sus versos. Existencialismo, sí, pero con mucho humor. Cerrando la etapa de 1971 con este Diarios , tal y como quería él editarlo. Sin trampa, cartón, ni extra alguno que perturbará el espacio / tiempo que marcó en su momento.