Gold Record también podría llamarse Gold Records. Cada canción tiene un mundo propio, que explorar de principio a fin, como singles. Juntas, todas conforman ese álbum de oro, con música compuesta desde un cariño profundo hacia las personas. Callahan se desliza dentro de sus personajes, entre los que se incluye un conductor de limusinas, alguien que observa la televisión, un hombre en un coche roto, un lector de libros, un fan de Ry Cooder y, en el cierre del álbum, un caminante que se fija en cómo la gente descubre las cosas. Voces de pérdida y alegría, todas desde el amor.

El nuevo álbum llega solo poco más de un año después de Shepherd in a Sheepskin Vest. Justo antes de salir en su gira decidió revisar algunas de sus canciones y, en el proceso, surgieron varias nuevas. La base de las canciones fue grabada con rapidez, en directo con Matt Kinsey tocando guitarras y Jaime Zurverza fluyendo en el bajo. Las baterías y la trompa se metieron después en algunas canciones. Seis de ellas fueron grabadas en una sola toma; los arreglos, cuando fueron necesarios, vinieron también con rapidez. Su cohesión es escuchable en ese espectro sonoro unificado por la voz titánica de Bill: la conversación amable entre las guitarras de Bill y Matt, la percusión sutil del bajo y de la batería, con las apariciones repentinas de la trompeta, el viento madera y los sintes, tocando notas discordantes que suenan como sonidos naturales para acompañar y expresar las vidas de cualquier rincón del mundo.